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CASA DEL TORO, QUITO.
(Hércules lucha con un toro)
Una obra del siglo XVIII trabajada por Jacinto López.

 

Oficio de Santas Prostitutas

(para los pseudo-defensores de los toros).

El oficio de "santas prostitutas" de utilizar a la religión como justificativos de su taurofobia no tiene fundamentos. Se debe estudiar la sinergia de toro y torero como rito mítico, psicosexual y fenómeno nacional sin hacer valoraciones morales, ya que estas tienen orígenes sociológicos y en el nuestro cosmos la fiesta es resultado del "duende del toreo" - espíritu divino de iluminación- creador de una obra  artística.

Transcribo lo siguiente:

"A la par del juego de cañas se menciona la lidia de toros como número ritual en las fiestas oficiales. La corrida de toros fue objeto de prohibición por el peligro que implicaba. El concilio provincial de Lima de 1567 suprimió las corridas de toros en las fiestas 'por cuanto los indígenas que no conocen la bravura de los toros se les ofrecen incautamente, resultando, como consecuencia, la necesidad de llevarlos al hospital, algunos ya moribundos y otros con los miembros fracturados'. El 1 de noviembre de 1567 el papa Pio V expidió una bula prohibiendo 'dichos juegos y espectáculos porque donde los dichos toros se corren son ajenos a la piedad cristiana'.

Respecto a la madre patria, escribió fray Gaspar de Villarroel: 'El católico rey de España, juzgando que, en la forma que en sus reinos se corren los toros, eran de poco peligro, y que se ejercitaban con esos entretenimientos sus vasallos y se hacían valientes para los ejercicios militares, suplicó al papa Gregorio XIII que moderase la constitución de Pio V. Inclinóse Su Santidad a tan poderoso ruego, y el año de 1575 despachó un bula en que dio licencia para que se corriesen loas toros'.

La práctica de la lidia la trasladaron los españoles a América 'para hacerse valientes y sacar de los peligros el ser osados'. En España y en América asistían a los toros, además de los seglares, también los eclesiásticos, incluso los obispos.

El Ilmo. Señor Villarroel trató el aspecto moral de toreros y espectadores y formuló las siguientes conclusiones: 1.o Correr los toros en la forma que hoy(1656) se usa en España y se practica en las Indias no es pecado mortal. 2.o Los que torean, si son diestros y se han experimentado a sí mismos, no pecan mortalmente en hacer sus lances; y aunque no sean eminentes en este arte, si tienen cerca la guardia, tampoco pecan. 3.o Aunque vulgarmente se dice que los que mueren toreando deben carecer de eclesiástica sepultura, han de enterrarse en ella. 4.o Los legos que ven los toros no pecan mortalmente, aunque se corran con peligro de los que corren, y 5.o Los clérigos seculares de orden sacro y los que tienen beneficio eclesiástico no pecan mortalmente viendo los toros por honesta recreación, aún en lugares públicos'.

La costumbre se observó durante toda la época colonial. Al presente, las corridas populares se han reservado para los aficionados con motivos de cosechas y algunas fiestas especiales." (Fr. José M.a Vargas, O.P.; 'Lidia de Toros', La vida social y las diversiones públicas en la colonia, Historia del Ecuador SALVAT, Volumen 4, Salvat Editores Ecuatoriana, S.A., 1980)

Como ejemplificación de la influencia de la sociedad en las reflexiones filosóficas sobre bondad o malicia, que les parece si tomo las siguientes: ¡Asesinaste, entonces tu pena es la muerte -buen ejemplo el de los EE.UU! ¡Violaste, entonces tu pena es quedar esterilizado -otro magnífico ejemplo de los EE.UU! ¡Mujer te masturbaste!, Debes quedar insensibilizada, te extirparemos el clítoris - ejemplo de la costumbre Beduina - y, ¡Robaste!, Tu pena, será cortarte la mano --ejemplo de los seguidores de Mahoma.

¿Cómo puedo juzgar estos actos? ¿Son buenos o malos? ¿Qué se yo del Corán? ¿Qué saben ellos de Cristo? ¿Qué se yó de sus afecciones? ¿Qué saben ellos de mi lengua? En la ética no existe la "globalización". Depende de cada sociedad la aceptación de ciertos actos y este derecho se funda en los valores propios de cada pueblo y en la costumbre. En la cosmovisión hispana, mexicana y andina-bolivariana el toreo es arte, salero, alma, sueño, juego, baile y cante. No es extraño que a los taurófobos no les guste el folklore y hasta lo odian porque es allí donde se refleja en mayor manera el cosmo-concepto de estos pueblos. Ejemplo es Hugo Oquendo con hermosos temas taurinos, y antes de ser el único músico que tocó en la Capilla Sixtina fue maletilla y novillero, fueron Camarón de la Isla cantando a Curro Romero, y Agustín Lara dedicando un hermozo pasodoble a Silverio Pérez y muchos otros cultivadores del folklore hispanos y americanos.

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